14 de diciembre de 2020 | Diseño de casas
La arquitectura minimalista es sublime. No solo porque su mera esencia es impoluta, sino porque sus manifestaciones más sobrias son capaces de robarle el habla a más de un espectador.
Esta tendencia arquitectónica estuvo muy influenciada por las corrientes artísticas suscitadas a partir de los profundos cambios estéticos y sociales vinculados a la Segunda Guerra Mundial.
El minimalismo es el epítome de una serie de tendencias reduccionistas que revolucionaron el arte moderno a inicios del siglo XX. Pusieron en evidencia que en la simplicidad también subyace una gran belleza.
La arquitectura minimalista se consolidó en el siglo pasado como una gran opción para construir edificaciones cómodas y placenteras bajo el principio del reduccionismo.
Y el resultado fue un nuevo modelo arquitectónico notoriamente atractivo, pese a que sus estructuras se despojaron de numerosos elementos constructivos, mostrándose más “desnudas” y minimalistas.
Según datos históricos, el término “minimalismo” se originó en la cosmopolita ciudad de Nueva York en el año 1965.
En aquel entonces el crítico británico, Richard Wollheim, comenzó a utilizarlo para justificar los hechos reduccionistas que se estaban manifestando en las nuevas tendencias artísticas.
El estilo minimalista no tardó en expandirse a otras áreas artísticas y humanísticas. Especialmente porque simbolizaba con mucha crudeza al modernismo y a todo lo que él implicaba.
De hecho, en la década de los 90’s la arquitectura minimalista se vio muy influenciada por estos cambios creativos que se habían gestado en América del Norte.
Así fue como comenzaron a sentarse las bases de una tendencia arquitectónica que tiene una estética sencilla y que apuesta por estancias amplias, colores claros y la menor cantidad posible de mobiliario y ornamentos.
El estilo minimalista fue propuesto y promovido por el reconocido y talentoso arquitecto alemán Ludwig Mies Van Der Rohe.
Él fue quien efectivamente acuñó la premisa de que “menos es más”. Una expresión fácil de reconocer en las formas, geometrías, materiales, funcionalidades y texturas de las obras minimalistas.
De modo que el origen de la arquitectura minimalista está fuertemente anclado al continente europeo.
Para Van Der Rohe la pureza de las formas moldeó el impecable trabajo que realizó como Director de la Escuela de Arte y Diseño de la Bauhaus a finales de los años 30.
Desde un principio este ilustre arquitecto alemán luchó por transformar la arquitectura, en aras de hacerla más simple y universal.
Su sueño era que las obras arquitectónicas modernas fuesen cada vez más congruentes con la simpleza de las estructuras y hasta con el tipo de materiales utilizados.
Por eso es tan comprensible que sus obras tengan un alto grado de rigidez geométrica y una completa ausencia de ornamentos.
A su juicio, la belleza y majestuosidad de la arquitectura y el diseño de casas minimalistas radicaba en la elegancia de los materiales y en la exactitud de sus proporciones.
La arquitectura minimalista es exquisita, y esto es algo fácil de comprobar con tan solo estudiar sus características. Estas son las más destacadas:
Las fachadas de las casas minimalistas tienen líneas rectas, lo cual les ofrece una volumetría perfecta.
Las formas básicas geométricas se imponen con firmeza en este tipo de construcciones minimalistas.
En concreto, las formas simples denotan un profundo trabajo de descomposición de las cosas u objetos, hasta desnudar sus elementos esenciales.
Para los precursores de la arquitectura minimalista las líneas rectas tienen el enorme potencial de empoderar al máximo cualquier espacio arquitectónico.
La simplicidad de las formas está presente en la mayoría de las casas minimalistas, lo cual pone en evidencia que tienen planos simples y aberturas sencillas en sus puertas y ventanas.
Los espacios abiertos, amplios y luminosos no pasan desapercibidos en las viviendas minimalistas.
Al contrario, los planos abiertos entre las áreas de uso común y la cocina son los principales protagonistas en los diseños minimalistas.
Las zonas limpias y despejadas están llenas de magia y belleza. No solo aportan una sensación de calma y grandeza, sino que ponen en evidencia el inmenso atractivo que tiene la estética reduccionista.
La iluminación también juega un rol protagónico a la hora de darle mayor amplitud a los espacios. La luz natural permite que las estancias se sientan más acogedoras y cálidas.
La decoración de edificaciones minimalistas sigue un patrón prácticamente inalterable:
La utilización de texturas también es algo característico en la arquitectura minimalista. Lo ideal es que sean lo más discretas posible y que se utilicen inteligentemente para que:
En la mayoría de los casos las construcciones minimalistas suelen acotar su lista de materiales a:
Es fundamental escoger materiales que le aporten personalidad, carácter e interés a las estancias interiores de la casa.
Los materiales no deben convertirse en agentes distractores, sino en puntos focales de la vivienda que permitan prescindir de otros elementos decorativos como objetos o estantes.
Una correcta selección de materiales puede lograr que la casa se sienta ordenada, despejada y libre, sin rallar en el aislamiento sensorial.
No se trata de despojarse de todo, ni mucho menos de que la vivienda se sienta profundamente desnuda y vacía.
El verdadero propósito del minimalismo es que se hagan elecciones inteligentes y reduccionistas que permitan que la casa se sienta en calma y en perfecta armonía.
Y esto es completamente posible gracias a las formas, colores, texturas, y por supuesto, a los materiales que se elijan.
Los colores neutros van de la mano con la arquitectura minimalista, a diferencia de otros estilos arquitectónicos más vistosos y vibrantes, como sería el caso de la arquitectura mediterránea.
El blanco, el negro y las coloraciones crema permiten que los espacios luzcan más pulcros, y esto es vital en cualquier construcción minimalista.
Aunque estas viviendas no están exentas de uno que otro punto de color. Solo hay que saber concentrarlos con mucho cuidado en algún mueble, accesorio, textil o lámparas.
Aunque la arquitectura minimalista cobró vida durante el siglo pasado, es innegable que se trata de una tendencia que llegó para quedarse.
Su simpleza extrema continúa siendo muy cautivante y la esencia de esta nueva corriente arquitectónica sigue captando el interés de muchos a nivel mundial.
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